Por Scarlette Olguin, Candidata a CORE por Marga-Marga
Chile está en crisis. El ciclo político que comenzó en 1973 está llegando a su fin, mientras que el nuevo ciclo emerge, principalmente, a través de una pequeña convención que representa todas las esperanzas y anhelos de un pueblo dolido y enrabiado por un modelo que precarizó la vida de todos los ciudadanos.
El ciclo agotado venia danto tumbos por lo menos hace 10 años. Una a una las grandes instituciones que sostenían el modelo han ido cayendo: La Iglesia, Carabineros, Fuerzas Armadas, Partidos Políticos, Congreso, Presidencia de la Republica, entre otros. No es casualidad la rotativa presidencial y la repetición de nombres desde 2006. Por primera vez en 15 años tendremos una papeleta presidencial que no contenga el apellido Bachelet o Piñera. A pesar de que celebramos los avances constituidos en el segundo mandato de la Presidenta, entendemos que es una fragilidad de nuestro sistema político la búsqueda constante de nombres conocidos.
Sin perjuicio de ello, la crisis que vivimos es global. Sin ir más lejos es cosa de mirar a nuestros vecinos que han entregado el poder de coalición en coalición, como si las elecciones representaran un gran plebiscito al gobierno de turno. Una forma de ejercer y distribuir el poder está en entredicho. Desde 2017, un tercio del planeta ha estallado en rebeliones, revueltas y estallidos sociales exigiendo más participación y democracia, sin importar el signo político de aquellos que gobiernan, donde las elites han acaparado la distribución estatal y el poder económico, político y cultural.
Para aquellos que participamos de la política, desde un cargo de representación o no, es un deber re-pensar nuevas formas y alternativas en el ejercicio del mismo.
En mi trabajo como Vocera del Colectivo Las Violetas, hemos intentado construir de manera transparente y transversal. Esto, en condición de un concepto que hemos creado en el trabajo de la agrupación: el FUTURO VIOLETA.
El FUTURO VIOLETA es una respuesta a la crisis política, social, económica y sanitaria. Es ponerse unos lentes tintados en violeta que entreguen una mirada sostenible al futuro. Una mirada del desarrollo entendido como calidad de vida, y no solo, mayor capacidad financiera. Es armonizar los intereses económicos, sociales y ambientales de nuestra provincia y región.
Violeta, no solamente entendido como lo femenino, que lo incluye, también significa el respeto y cuidado de la biodiversidad, reconocimiento de los pueblos originarios, respeto integral a los derechos humanos, respeto y reconocimiento de los animales como seres sintientes, derechos a las disidencias sexuales, etc. Generar espacios y estrategias que permitan un desarrollo sostenible, que respete la biodiversidad, con un impacto social y económico positivo en nuestras comunidades.
Esta construcción debe ser en conjunto con los movimientos sociales, con las concejalías, con las alcaldías, con la Gobernación Regional, con el Futuro Presidente o Presidenta, y por supuesto, con la Convención. Es prioritario que trabajemos en colectivo, en colaboración, en equipo para superar la crisis que emana desde un modelo de sociedad injusto e inhumano. Creemos en ser una herramienta de ese FUTURO VIOLETA que aspiramos y no entregarnos en posiciones hostiles que desprestigien, aún más, el ejercicio de la política. Sabemos que a veces nos encontramos atados de manos ante las nulas herramientas que poseemos y que todos los esfuerzos que hagamos se nos hacen pocos ante tal magnitud de daño que hemos generado a un mundo que fallece ante nuestros ojos, pero no perdemos las esperanzas de superar la desigualdad y la precarización de la vida. Tal como la película, no queremos mirar atrás y pensar; ¡Cuan verde era nuestro valle!.
El FUTURO VIOLETA es ahora.